Mi reflexión sobre el futuro de Colombia
Estoy seguro que estas narraciones no son de las más terribles en Colombia, hay miles de historias en las que se incluyen detalles más crueles como ver morir a familiares, torturas o despojos de tierras. Pero es evidente que hay demasiadas voces que podrían argumentar esas fatídicas épocas en que a diario moría gente en cantidades a causa del conflicto que principalmente era con un único actor armado.
Hoy quiero dar mi opinión referente a la actual época que vive Colombia, mi país, en los aspectos social y político. Sí. Estamos a poco de que se cumplan unas nuevas elecciones presidenciales, por supuesto se trata del proceso electoral más importante de un país y me atrevería a decir que éste que se avecina es uno de los más relevantes a lo largo de la historia colombiana. Es un momento donde al hacer un resumen, se evidencia que esta patria ha tenido demasiados cambios, unos positivos y otros negativos, y se concluye entonces que lo que se escoge es primordialmente el camino por el que ella se direccionará durante cuatro años.
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Yo
no soy politólogo, sociólogo o experto profundamente en estos temas. No. Mi
título profesional ya lo saben, pero esta vez hablo desde mi visión de
ciudadano común y corriente de los que también, por supuesto, tienen derecho a
dar su opinión en este aspecto. Gracias a Dios no he pasado por la extrema
pobreza ni por la extrema riqueza; económicamente hablando, aunque considero
que la una o la otra tiene un concepto más mental que otra cosa. Tampoco
recurro a la grosería, el insulto o el desprestigio por el que no piense igual
que yo. Recurro mejor a hablar desde mi experiencia y en tono pacífico.
Recuerdo
que a muy corta edad en uno de esos recurrente viajes a tierra fría en el campo
colombiano, fui espectador de un par de escenas violentas que se relacionaban
con esa época en que los grupos armados azotaron fuertemente a las poblaciones,
que incluso algunas son relativamente cercanas al centro del país.
En
una mañana de dicha época, visitábamos una finca familiar en un municipio también
familiar y disfrutábamos de ese bello ambiente. Bramaban las reses, cantaban
algunas aves y se sentía el tradicional frío de esas zonas. Había una planta de
duraznos y decidimos intentar bajar algunos para comer en ese momento. Justo
ahí, escuchamos algunos sonidos que por supuesto nos causó intriga por saber de
qué se trataba. Cada vez eran más fuertes y constantes; los adultos del grupo
comprendieron entonces que se trataban de disparos. Yo sólo supe que había que
lanzarnos sobre el pasto y suspender la bajada de duraznos. Fueron varios
minutos los que debimos estar en esa posición. Pero al alzar mi mirada hacia el
cielo vi cuando un avión pasó a altas velocidades pero a baja altura; Era uno
de los aviones militares que estaba en ese combate en ese momento. Aguantamos
un buen tiempo en calma sobre el piso escuchando más disparos y sonidos de
motores. Después todo quedó relativamente en calma.
No
recuerdo si fue en ese mismo viaje pero tiempo después, y sin yo crecer mucho,
pasó algo similar. Ante el frío tradicional de esa zona la costumbre familiar
era acostarse temprano en su cama y ver telenovelas bajo unas tres o cuatro
cobijas. Yo estaba haciendo lo respectivo en una habitación grande junto con dos
familiares, cada uno en su respectiva cama; Veíamos ‘Pedro El Escamoso’ a eso
de las nueve de la noche. Estábamos entretenidos frente a la pantalla cuando
aún en el audio fuerte del televisor escuchamos sonidos raros y cada vez más
potentes. Apagamos el equipo para identificar de qué se trataba y evidentemente
sí sucedía algo. Eran disparos de fusiles en ráfaga y por periodos de tiempo y
que de acuerdo a lo escuchado provenían del centro del pequeño municipio. Ante
eso apagamos las luces y desde su cama cada uno escuchaba los disparos. A la
mañana siguiente ese era el tema de conversación, yo tomé una bicicleta y me
fui a recorrer la zona. Se había tratado de un ataque que había comprometido la
pequeña estación de Policía, la Alcaldía municipal y la iglesia que estaban
ubicadas en el parque principal y que tuvieron afectaciones en su estructura. Eran
muy evidentes las consecuencias del ataque y todo se veía distinto. Llegué a
una panadería de ese parque y en ese momento algunas personas entre el asombro
por lo sucedido se agolparon para ver el televisor del lugar porque un canal
nacional registraba el tormentoso acontecimiento.
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Estoy seguro que estas narraciones no son de las más terribles en Colombia, hay miles de historias en las que se incluyen detalles más crueles como ver morir a familiares, torturas o despojos de tierras. Pero es evidente que hay demasiadas voces que podrían argumentar esas fatídicas épocas en que a diario moría gente en cantidades a causa del conflicto que principalmente era con un único actor armado.Busqué en la web y me dice que ya son más de dieciséis años desde que se transmitió la telenovela que mencionaba anteriormente. Ese es el tiempo entonces que ha pasado hasta el momento y es propicio recordar qué ha sucedido en el país en ese lapso no sólo en seguridad sino en varios y diferentes aspectos. Ha habido conflicto, muerte, perdón, engaño, odio, resurgimiento, logros, acuerdos, diálogo, corrupción y muchos más.
En el año 2016 el mundo entero vio cómo el gobierno colombiano y las directivas de las FARC firmaron un acuerdo de paz que permitiría que 53 años de historia de esta guerrilla finalizaran y con ello se prometía un fin del conflicto con esa fuerza. Se incluía entonces que esos ex-milicianos se reintegrarían a la sociedad a través de diferentes programas y estrategias.
Ya ha pasado más de un año desde aquel inicio. Ahora, encontramos que la democracia nuevamente llamará a todos los colombianos para que acudan a ella y elijan el futuro del país y a la persona que lo guiará durante cuatro años. Es una decisión compleja y trascendental porque es evidente que en este momento las características del país no son las mismas que en esa época que reseñé previamente y por tanto los intereses comunes y las prioridades, necesariamente, deben ser otras. Asimismo, se entiende que el liderazgo que se elija también debe ser otro y no el mismo que ha gobernado durante muchos años.
Debo aclarar que mi intención en este texto no es proclamar un candidato en especial o persuadir diciendo por quién se debe votar, solamente deseo enviar un mensaje para que los colombianos ejerzan el derecho al voto que además es un deber. Es triste y decepcionante que en las anteriores votaciones la ganadora absoluta es la abstención, pero seguramente quienes no acuden a las urnas son quienes durante el mandato del respectivo ganador recurren a las quejas y reclamos permanentes. Entonces lo que uno se pregunta es: ¿por qué no eligió cuando pudo?
Esta Colombia, como territorio y patria, clama un cambio y no de discurso sino uno realmente profundo. Un cambio que no se quede en lo mismo sino que avance y progrese. Un cambio que una y no aleje a sus habitantes, que haya familiaridades y no enemistades; en el que los más necesitados tengan una oportunidad de demostrar que también saben y pueden tener grandes logros pero que por ser marginados jamás lo habían intentado. Un cambio en el que las personas malintencionadas, irrespetuosas y con odios no gobiernen porque sencillamente el pueblo colombiano decide que necesita algo diferente. Un cambio en el que desde adentro se pueda ver lo majestuoso de este país; lo que en ocasiones desde afuera sí ven. Un cambio que evidencie que entre las reales necesidades de Colombia están la educación y la cultura y no las declaraciones de cizaña entre uno u otro líder.
Yo amo a mi país y me siento demasiado orgulloso de haber nacido en él. Yo confío en que mi patria cada día puede ir avanzando mucho más. Yo creo en que los colombianos ya somos muy conscientes de lo pasado para anhelar una patria nueva, fresca, diferente y pacífica. Yo sé que la victoria absoluta será para Colombia. Hasta luego.
Carlos Pardo Guevara
Comunicador
Social - Periodista.
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