Pertinacia excesiva


El exceso de amor, aprecio, admiración y orgullo por un candidato puede llegar a enceguecer a quien lo siente y así lo limita para que evidencie de manera objetiva posibles fallas o errores que dicho personaje público pueda tener en su proyecto político.





Seguramente para muchos la primera palabra que titula este texto es desconocida, pues para mí también lo era hasta un día que quise buscar vocabulario desconocido y hacer una lista (Foto), adherirla a la pared de mi habitación y de esa manera retarme a aprendérmelas poco a poco. Ahí está ese término.

Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE) la palabra ‘Pertinacia’ significa: “Obstinación, terquedad o tenacidad en mantener una opinión o doctrina”. Pues bien, en estos días me di un vistazo por la lista y aunque recordaba la palabra, el significado no. Cuando lo repasé inmediatamente pensé que es la expresión perfecta para definir un tema que con frecuencia se está presentando en las épocas actuales de mi país. 

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Cuando falta menos de un mes para que se cumplan unas nuevas elecciones presidenciales en Colombia, es muy común ver en las redes sociales algunas publicaciones políticas de uno y otro bando. En Facebook, por ejemplo, me resulta frecuente que cuando actualizo las novedades aparecen imágenes, videos o textos a favor de diferentes candidatos. Pero hay casos en que más allá de una publicación se ha vuelto una característica principal de quienes lo emiten y expresan una necesidad insistente de recalcar quién es su candidato; y cuando alguien le comenta algo al respecto y ojalá en contra, sale a relucir su justificación. 

Hasta aquí puede ser muy normal el tema, pues se trata de alguien que piensa algo, para lo cual es plenamente libre, y lo defiende. Pero luego de varios meses de ver lo mismo, puede uno percibir que es precisamente una obstinación a la que ya han llegado cantidad de personas no sólo en mi entorno sino en todo el país. Y cuando algo es excesivo puede traer afectaciones o limitaciones. “El amor es ciego”, dice una conocida frase que quizá puede resumir perfectamente lo que menciono. El exceso de amor, aprecio, admiración y orgullo por un candidato puede llegar a enceguecer a quien lo siente y así lo limita para que evidencie de manera objetiva posibles fallas o errores que dicho personaje público pueda tener en su proyecto político.

Es  decir que se podría afirmar que el título completo del presente texto tiene una redundancia, pero precisamente ese es el sentido de escribirlo: A tal punto de exageración llega dicha terquedad que por estas semanas hace presencia en Colombia.
¿Qué implicaciones puede traer esa actitud? Pues realmente considero que no solamente puede perjudicar a la persona que la adapta sino a todo un país. Cuando uno como ciudadano pierde la objetividad y la justicia en su forma de analizar pues sencillamente puede terminar defendiendo lo indefendible. Y pues he ahí donde aparecen otros elementos.

Recuerdo que cuando de niño se jugaba al fútbol con los amigos y un equipo marcaba un gol, no faltaba el que dijera que no lo había sido. Y cuando a esto le subía el nivel de discusión el tema terminaba en insultos, groserías o peleas hasta que se acababa el juego e incluso, a veces la discusión trascendía hasta los respectivos padres.

De ese nivel pueden estar sucediendo las cosas en este momento. Cuando la ceguera es tanta y la falta de serios argumentos es evidente, los recursos culminan en la violencia. Y aún más complejo es que después de cada confrontación con insultos esa pertinacia se alimenta mucho más llegando a agrupar a grandes cantidades de personas en los diferentes bandos.

Es decir, el tiempo previo a las elecciones, que se supone habría de usarse para analizar detenidamente cada propuesta política, se malgasta en alegatos y discusiones que alimentan el odio y que es el que finalmente se transmite en la jornada electoral a través del voto.

¿No será más viable analizar de manera crítica para luego si tomar una decisión democrática? Eso ahorraría energía a quienes confrontan, permitiría una jornada pacífica y lo mejor de todo garantizaría que los resultados electorales fueran los más sensatos de acuerdo a la decisión objetiva que hayan tomado todos los colombianos. Es que se trata del futuro de este país, así que por respeto a esta nación esto ni nada debería concluir en la violencia.

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Cada vez que hago opiniones respecto a estos temas insisto en que mi intención no es persuadir a que se vote por un candidato en específico. Mi intención es que se vote y se vote bien pensando en las necesidades actuales que tiene Colombia. Así como en cada proceso de elecciones aumenta el número de votos, dado que cada cuatrienio aumenta la población habilitada para sufragar, también por la actualización tecnológica aumentan los canales a través de los cuales se pueden conocer las propuestas de los candidatos. Incluso, se ha visto que medios de comunicación, en solitario o en alianzas, han organizado diversidad de escenarios y espacios (para personas de diferentes características regionales, sociales e incluso generacionales) en los que los candidatos puedan proponer, debatir y ser escuchados. Eso fortalece la democracia pero lo que la lleva al punto más alto es que cada ciudadano vote bien y por lo que considere correcto para el país. Hasta luego.





Carlos Pardo Guevara
Comunicador Social - Periodista.

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